Originaria de China e introducida en Europa en el siglo XV, la morera blanca pertenece a la familia de las moráceas y se cultiva principalmente en Italia y España. Tanto el fruto como las hojas de esta planta se utilizan desde hace siglos en la medicina tradicional china: tienen un sabor agridulce y son ricas en ácido málico y cítrico, carotenos y vitamina C.
El árbol se cultiva por su madera, mientras que el fruto se utiliza principalmente para alimentar a los gusanos de seda. Pero poca gente sabe que es posible utilizar sus bayas para tratar numerosas enfermedades, entre ellas la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes. Otros beneficios de esta planta son el tratamiento del envejecimiento prematuro, la caída del cabello y los mareos.
La morera blanca contiene compuestos que inhiben el metabolismo del azúcar en el tracto digestivo, haciendo que se absorba más lentamente en el torrente sanguíneo. Es rica en diversos ácidos orgánicos y vitaminas, así como en fibra alimentaria, betacaroteno, pectina y resinas. También contiene varios antioxidantes y es útil para tratar la fiebre, la inflamación, los dolores de cabeza, la tos y la diarrea.
Si se combina con una dieta sana, el consumo de morera blanca ayuda a mantener bajo control los niveles de colesterol.
Un estudio realizado por la Universidad de Texas (EE UU) demostró que la morera blanca, rica en resveratrol, puede ser útil en la lucha contra el cáncer y las enfermedades cardiacas.
La morera blanca regula los niveles de azúcar en sangre y, gracias a esta excelente propiedad, evita el riesgo de padecer diabetes y obesidad.