Después de la fecha de caducidad, los huevos huelen muy mal y ya no son aptos para el consumo. Sin embargo, es difícil saber cuándo ya no se pueden comer. De hecho, la fecha de consumo preferente o de caducidad es sin duda un indicador valioso.

1 – LA PRUEBA DEL OLFATO PARA SABER SI UN HUEVO AÚN ESTÁ BUENO

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Este método es un clásico y no requiere más equipamiento que una nariz capaz de oler los olores (una técnica que no es eficaz en un día de nariz tapada). Huele el huevo y escucha el característico olor a azufre de los huevos podridos. Si no hueles nada, significa que no hay riesgo. ¡Se puede comer!

Si aún tienes dudas, rompe la cáscara, recoge el huevo en un plato o en un cuenco y huélelo. Si no hueles nada, está bien. Si no, tíralo.

2 – NOS FIAMOS DEL RUIDO

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Ponte un huevo en la oreja, agítalo y escucha atentamente. Si no oyes nada, todo va bien. Tienes un huevo duro, frito, escalfado o revuelto sin riesgo para tu salud. Sin embargo, si oyes el sonido de líquido chapoteando, no es buena señal. Es mejor evitar comerlos. El límite de uso está claramente sobrepasado, independientemente de lo que diga la etiqueta sobre el uso óptimo…

3 – SUMERGIR EN AGUA

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Es una técnica que existe desde tiempos inmemoriales y es tan impresionante que no hay huevo que se le resista. Prepara un recipiente grande con agua fresca y ¡listo! Sumerja el huevo y observe su reacción:

Fluye enseguida: está fresco y se puede comer sin problemas.
Flota sin remedio hacia la superficie: te indica claramente que te has olvidado de él y que debes evitar comértelo.
Fluye, pero tarda: aún es posible utilizarla en una preparación con cocción, pero debes evitar comerla cruda.
En cambio, se puede añadir sin peligro a un pastel o una tortilla.